La Web 3.0 es un conjunto de tecnología que hace posible la construcción de servicios online semánticos y descentralizados, que aprovechan los últimos avances, como la blockchain, para brindarnos un control total del contenido, así como mayor seguridad y privacidad.
El futuro de Internet es descentralizado y eso es algo que la Web 3.0 ha comenzado a hacer realidad. Web 3.0 se asienta sus bases sobre la tecnología blockchain y las redes P2P, con lo que nos promete una experiencia completamente distinta, pero sobre todo, 100% descentralizada y segura.
La historia de la evolución de la Web
La historia de la Web comenzó en 1989 con el desarrollo realizado por Tim Berners-Lee, quien es considerado como el padre de la World Wide Web. Esta Web 1.0 (por ser su primer desarrollo) era básicamente un medio estático que permitía presentar información a los usuarios que accedían a los servicios de la Red de ese entonces. Es decir, sólo podías leer información y no existía ninguna interactividad.
De hecho, las herramientas para utilizar esta web en un principio eran tan limitadas, que no había imágenes, ni interfaces gráficas y mucho menos audio o vídeo.
Para que tengas una idea más clara de lo que hablamos, en la siguiente imagen podrás ver la web de Academy, desplegada en lo que sería una experiencia Web 1.0, espartana pero ilustrativa de cómo funcionaba.
La Web 1.0 comenzó a mejorar con la mejora de las tecnologías empleadas en los navegadores web como ViolaWWW, Mosaic, Netscape e Internet Explorer. Cada uno de estos navegadores agregó nuevas mejoras que hicieron que la Web 1.0 fuera mucho más colorida, e incluso interactiva, aunque muchas veces, estas mejoras eran incompatibles entre sí.
La llegada de Web 2.0
En 1999, apenas 10 años después de su nacimiento, la Web comenzó a evolucionar a su siguiente nivel, la Web 2.0. La llegada de tecnologías como JavaScript (que data de 1995), PHP (1995) y Java (1996) permitieron que la Web pasará de dinámica meramente estática a una que iniciaría cierta interacción con el usuario, permitiendo no sólo leer información, sino también escribirla directamente en la Web y dejar tu propia huella.
En esta etapa, aparecieron servicios que a día de hoy forman parte de nuestra vida diaria como Google, Amazon, Facebook, Twitter, WordPress o Blogger, la primera plataforma para blogs que fue comprada luego por Google.
Con la Web 2.0 además de permitir leer-escribir información, también dio un salto enorme en interactividad y el contenido multimedia. Servicios como el streaming de audio y vídeos darían un salto exponencial en esta etapa (el nacimiento de las radios por Internet y de Youtube, por poner ejemplos).
Finalmente la Web 3.0
Ahora estamos en la construcción de la Web 3.0, una nueva evolución de la Web que nos permite leer-escribir-apropiarnos de aquello que escribimos en los servicios Web, que a su vez, evolucionan de un sistema centralizado a uno completamente descentralizado.
La Web 3.0 es la unión de tecnologías como la Web semántica, la Inteligencia Artificial, la introducción de la tecnología 3D, la realidad virtual, así como de la blockchain, las redes y de los servicios P2P.
¿Cómo funciona la Web 3.0?
La base del funcionamiento de la Web 3.0 está en la descentralización y es allí donde la tecnología blockchain hace su aparición. La capacidad de la blockchain de servir de base de datos descentralizada, permite que las aplicaciones Web puedan interactúar con los usuarios. De esa forma, los usuarios pueden realizar operaciones que serían grabadas en la blockchain de tal forma que en todo momento tendríamos lo siguiente:
- Un historial de cada acción del usuario.
- Una pseudo-identidad vinculada al usuario.
- La capacidad para adquirir, transmitir, crear y modificar cualquier elemento dentro de la aplicación de forma segura mediante el uso de la criptografía.
Así, con cada operación en una aplicación Web 3.0, en realidad estaríamos haciendo una transacción que se registra en blockchain.
Para permitir la integración entre el mundo Web y blockchain era necesario crear un puente que permitiría unir ambos mundos. Este puente utiliza, por una parte, tecnologías Web ya conocidas como JavaScript para diseñar interfaces y la lógica para que los usuarios puedan interactúar con la aplicación desde su navegador o smartphone. Por otro lado, desde la cadena de bloques, están los smart contracts capaces de crear y manejar toda la lógica de la blockchain.
En todo caso, los smarts contracts se suelen utilizar para automatizar la ejecución de un acuerdo de modo que todos los participantes puedan estar inmediatamente seguros del resultado, sin la participación de ningún intermediario o pérdida de tiempo. Las aplicaciones de contrato inteligente incluyen desde juegos hasta herramientas logísticas y DeFi dApps.
Ventajas y desventajas de la Web 3.0
Ventajas
Ahora bien, la Web 3.0 cuenta con grandes ventajas si la comparamos con sus anteriores iteraciones, entre las que destacan:
- La capacidad de ofrecer servicios en todo momento. Al tener una lógica divida tanto en servidores Web como en nodos blockchain, estos servicios suelen contar con un nivel de disponibilidad superior a otros similares. De hecho, los servicios en la cadena de bloques suelen estar en activo en todo momento, sin interrupciones.
- Mayor seguridad y fortaleza frente ataque de denegación de servicios (DDoS) y hackeos.
- Brindar un alto nivel de privacidad, ya que no es necesario proporcionar una identidad del mundo real para desplegar o interactúar con una dApp.
- Ofrecer un alto nivel de resistencia a la censura.
- Completa integridad de los datos, ya que los datos almacenados en la blockchain son inmutables.
- Computación sin confianza/comportamiento verificable. Esto sucede gracias a que los smart contracts pueden ser libremente analizados. Lo mismo suele ocurrir con el software de los nodos y aplicaciones DApps.
Desventajas
Por supuesto, no todo son ventajas en la Web 3.0 y entre las desventajas se encuentran:
- Cuentan con una baja escalabilidad. Esto es debido a que las cadenas de bloques carecen, por ahora, de la capacidad de manejar grandes volúmenes. Por supuesto, esto está cambiando con el desarrollo de blockchain mucho más rápido y protocolos de consenso mucho más potentes.
- Interactúar con las aplicaciones de Web 3.0 puede requerir pasos adicionales, software y educación. Esto puede suponer un obstáculo para la adopción masiva.
- Puede resultar excesivamente costoso interactúar con aplicaciones blockchain debido a la necesidad de pagar comisiones para realizar operaciones en dichas cadenas de bloques.
- El desarrollo y mantenimiento de las dApps se hace cada vez más difícil y complejo. Por ejemplo, modificar un smart contract para solucionar un problema de seguridad, es una tarea que puede llevar mucho tiempo. Esto se debe a que una vez escrito, este smart contract no se puede modificar directamente. En su lugar, se debe crear otro y reasignar todos los servicios del contrato inteligente antiguo al nuevo.
Además, todavía existen algunos problemas relacionados con la seguridad. Pero incluso en este caso, hay algo muy claro: la Web 3.0 está en marcha. De hecho, muchos de estos problemas tienen solución en este momento, por lo que en un futuro no muy lejano podremos usar dApps de forma mucho más fácil y con una mayor seguridad de la que tenemos ahora.