Conocida como CPU, la Unidad Central de Procesamiento es el cerebro de los computadores y la pieza encargada de realizar los complejos cálculos necesarios para el funcionamiento de toda la tecnología informática.
Las siglas CPU, provienen del inglés y describen a la Central Processing Unit, o Unidad Central de Procesamiento. Este dispositivo, es uno de los componentes básico que forman una ordenador personal. Son los encargados de realizar los cálculos y controlar los procesos necesarios para su funcionamiento.
Durante la aparición de los primeros ordenadores, estos dispositivos no eran muy potentes. Sin embargo, las mejoras introducidas llevaron a una enorme evolución a los mismos, algo que les ha permitido en la actualidad contar con una gran capacidad de cómputo.
Al comienzo, cuando se empezó a hablar de CPU en la década del 60, estos tenían un gran tamaño. Pero con los años, el desarrollo tecnológico llevó la miniaturización de los mismos. Todo gracias a la tecnología del silicio. Esto hizo posible diseñar CPUs dentro de un pequeño chip. Lo que otorgar hoy en día, que las ordenadores posean un procesamiento de mayor confiabilidad, seguridad técnica y eficiencia. También es necesario destacar que en el comienzo, por su precio, tamaño y las posibilidades de utilización, los CPU sólo eran utilizados en el ámbito de las universidades. Pero en la actualidad, esta tecnología está al alcance de todos.
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CPU y criptografía – Una relación tecnológica progresista
En los inicios de la criptografía, los nuevos diseños de CPU jugaron un papel muy importante. A medida que los mismos incrementaron su potencia, permitieron la aplicación de modelos matemáticos más complejos. Esto se tradujo en sistemas criptográficos más avanzados, robustos y adaptables a distintos casos de uso. En pocas palabras, permitió inicial la expansión y la adopción de la criptografía en distintos ámbitos informáticos. En primer lugar, se aplicó a nivel militar y empresarial. Pero con la aparición de Internet en los años 90, se expandió su uso a todo tipo de comunicación pública.
El objetivo de esto era obvio: proteger la privacidad de los usuarios en Internet. La información que viajaba por la red no podía viajar en texto plano, de donde cualquiera pudiera tener acceso. Algo que iba en contra de los conceptos de seguridad y privacidad. En pro de ambos, nacieron distintas comunidades virtuales, pero una de ellas cambiaría radicalmente este panorama. Esa comunidad era la de los cypherpunks.
Estas personas, muchas veces desde el completo anonimato, promovieron la idea de hacer de la criptografía algo esencial en toda actividad en la red. Como resultado, los década del 90 sufrió de un explosivo desarrollo en la tecnología criptográfica. Se comprendió la necesidad de desarrollarla y masificar su adopción. El resultado; hoy en día la mayor parte del tráfico en internet está cifrado. Un paso adelante en medio de la lucha por la privacidad y la seguridad de nuestros datos públicos y privados.
Para dar un ejemplo claro de la relación de los CPU y la criptografía, podemos hacer el siguiente ejemplo:
Un CPU de principios de los 90, era incapaz de manejar la actual criptografía AES que vemos en Internet. Sin embargo, los CPU actuales, pueden manejarla perfectamente y ofrecer un alto rendimiento.
CPU y blockchain – El inicio de toda una revolución
Así como la evolución de los CPU ayudó al progreso de la tecnología criptográfica, estos también fueron decisivos en el inicio de la tecnología blockchain. En un principio, con la aparición del Bitcoin, para poder hacer los cálculos matemáticos se empezaron a utilizar ordenadores, por medio del uso de CPU. La potencia de estos, en un principio era suficiente para minar con alto nivel de ganancia.
Pero con el aumento del precio de cada bitcoin, también aumentó la competencia y con ello pronto los CPU quedaron al margen. Era imposible conseguir con ellos un buen margen de ganancia, pasando a usarse GPUs o incluso aparatos especializados llamados ASIC. Pese a ello, muchos proyectos blockchain se dedicaron a seguir explotando su capacidad para minar de forma más descentralizada. Tal es el caso de Monero o Nerva.
Sin embargo, más allá del uso de los CPU para minería, existen muchos proyectos blockchains que hacen uso de estos para otros usos. Un ejemplo de esto es la red Golem. Esta es una red de cómputo distribuido, que utiliza un token ERC-20 sobre Ethereum. Su función, se basa en el uso de poder CPU de quienes forman parte de la red Golem. Esto con el fin de poder procesar los datos que los clientes envían a dicha red. Como consecuencia, los usuarios de la red ganan tokens Golem por el poder de procesamiento prestado. Un ejemplo perfecto de lo que es un servicio sobre blockchain distribuido.
De esta forma, pese a que dificultad de la minería ha dejado atrás el poder de los CPU, existen proyectos blockchain que aún aprovechan su potencial único. Permitiendo la monetización de los grandes recursos que existen en dichas redes.